La cigala es uno de los
mariscos más apreciados, tanto por su blanca carne como por su delicado sabor.
Antiguamente en Galicia mucha gente, tradicionalmente, les llamaba langostinos, pero cuando llegaron masivamente los propiamente langostinos a los mercados se fue dejando de llamar así.
Antiguamente en Galicia mucha gente, tradicionalmente, les llamaba langostinos, pero cuando llegaron masivamente los propiamente langostinos a los mercados se fue dejando de llamar así.
Además de otras múltiples
preparaciones más elaboradas, la forma más habitual de comerlas es cocidas o a
la plancha.
Para cocerlas ponemos al
fuego una olla con agua, bastante sal
(unos 50 o 60 grs. por litro de agua) y laurel; cuando empiece a hervir echamos
las cigalas y en cuanto vuelva a levantar hervor contamos dos minutos y las
retiramos a un recipiente con agua fría y hielo, para que la carne quede bien
tersa. Si las cigalas fuesen muy grandes las cocinamos un minuto más del tiempo
indicado anteriormente.
Si optamos por hacerlas a
la plancha las cortamos a la mitad longitudinalmente, las salamos, las rociamos
con un chorrito de aceite (al que podemos añadir ajo y perejil) y las ponemos
en una plancha bien caliente, dos minutos de cada lado, aumentando o
disminuyendo este tiempo según el tamaño de las cigalas.
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