La morcilla de Burgos es muy apreciada en toda España, puede intervenir en la preparación de múltiples platos o presentarse como principal ingrediente de otros muchos.
Hoy la vamos a hacer frita, que para mí es como adquiere el máximo protagonismo.
Ingredientes:
1 morcilla de Burgos grande, de buena calidad
2 cebollas
Aceite de girasol abundante para freír
Harina para enharinar la morcilla
Sal
Aunque hay partidarios de cocinarla a la plancha, pero para mí queda mejor, y con diferencia, si la hacemos frita. La freiremos en aceite de girasol bien caliente después de haberla cortado en rodajas como de un centímetro y medio y pasadas por harina. Hay cocineros que la fríen directamente, pero yo considero que es más conveniente enharinarla.
Priorizamos el aceite de girasol sobre el de oliva por alcanzar más temperatura y ser de sabor más neutro, para que no desvirtúe el sabor de la morcilla.
Primeramente ponemos el aceite de girasol en una sartén y a fuego suave vamos pochando la cebolla hasta que esté blanda. La retiramos sobre un papel de cocina para eliminar el exceso de aceite y la salamos ligeramente.
Llevamos al fuego fuerte el mismo aceite que nos quedó de la cebolla y en el vamos friendo la morcilla por tandas, pocas rodajas de cada vez, dándoles la vuelta cuando veamos que el arroz empieza a tomar un color tostado. Debe quedar crujiente por los dos lados.
Igualmente que hicimos con la cebolla la retiramos sobre un papel absorbente.
Repartimos la cebolla en los platos y encima colocamos las rodajas fritas de morcilla.
Acompañamos con pan tostado.
También podemos presentarla en forma de pincho o tosta.
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