1 cebolla mediana picada
2 pimientos rojos medianos
4 dientes de ajo
1 hoja de laurel
3 cucharadas de aceite de oliva
4 tomates grandes
Un chorro de vino blanco
El jugo de asar los pimientos
1 cucharadita de pimentón dulce
Harina para rebozar
3 patatas medianas
Aceite para freír
El bacalao, si no lo compramos desalado, lo ponemos a desalar en la nevera durante 48 o 72 horas dependiendo de su grosor y cambiándole el agua dos veces al día.
Asamos los pimientos, los dejamos enfriar y los pelamos. Reservamos.
Yo siempre aprovecho para asar más cantidad ya que se conservan en la nevera varios días y nos sirven como acompañamiento de innumerables platos.
Si no queremos asar los pimientos los sustituimos por los de piquillo en conserva.
Ponemos al fuego un recipiente ancho con las tres cucharadas de aceite, rehogamos en él la cebolla y dos dientes de ajo picados, a fuego lento, hasta que estén bien pochados.
Añadimos la cucharadita de pimentón y rápidamente, antes de que se queme, ponemos los tomates pelados y troceados, el chorro de vino blanco, el jugo de asar los pimientos, la hoja de laurel y la sal. Cocinamos veinte minutos a fuego suave.
En una sartén con aceite freímos los otros dos dientes de ajo laminados, los retiramos y freímos ligeramente el bacalao enharinado (solamente vuelta y vuelta).
Reservamos junto con los ajos.
Echamos tres cucharadas de ese aceite en la salsa.
Un rato antes de servirlo introducimos el bacalao y los pimientos en la salsa, cocinamos un par de minutos, tapamos y dejamos reposar cinco minutos más para que se acabe de hacer con el calor de la salsa.
Emplatamos y adornamos con las láminas de ajo que teníamos reservadas.
Acompañamos de patatas redondas fritas.