Maracuyá, fruta de la pasión, granadilla, parchita, pasionaria… son unos de los muchos nombres que recibe la fruta de la planta Passiflora Edulis, de la cual se conocen multitud de variedades.
Se le atribuye este nombre porque las flores presentan la forma de una corona de espinas, los clavos y los martillos que utilizaron para clavar a Jesucristo en la cruz.
En esta foto de Amazon, copiada de Internet, en la flor se aprecia perfectamente lo que semeja la corona de espinas, los clavos y los martillos anteriormente mencionados.
No todas las variedades tienen el mismo valor gastronómico, ya que se diferencian con ligeros matices en el sabor, por lo cual muchas son desechadas frente a otras que son más sabrosas.
Entre las más apreciadas se encuentran la fruta de la pasión púrpura y la fruta de la pasión amarilla.
Aunque su origen está en los países tropicales de América del Sur, en España se produce en Andalucía y Canarias.
Es una fruta que tiene innumerables semillas por lo que generalmente se utiliza en zumos y repostería. Sabremos que está madura cuando su piel se arrugue.
Ingredientes:
200 grs. de pulpa, con las semillas, de maracuyá
120 grs. de azúcar, más o menos según nuestro gusto
1 litro de agua
Hielo
Abrimos las frutas al medio y con una cuchara vamos retirando la pulpa.
La ponemos en una batidora de vaso con el azúcar y un chorro del litro de agua.
Como no queremos triturar las semillas, no la pondremos a funcionar seguido, solamente le daremos tres o cuatro toques para que las semillas se separen de la pulpa pero que se queden enteras para que no nos pasen residuos al zumo.
Pasamos por un colador fino.
Añadimos el resto del agua, removemos bien y servimos recién hecho poniéndole unos cubitos de hielo.
También podemos hacer un jugo de maracuyá más elaborado aprovechando las cáscaras de la fruta. Para eso después de bien lavadas y retirada la membrana interior que les queda después de haber retirado la pulpa, las cortamos en trozos y las hervimos durante diez o doce minutos con un par de clavos de olor y un palito de canela. Cuando enfríen las trituramos con el agua de cocerlas, añadimos la pulpa, el azúcar y pasamos por un colador fino. Nos queda un jugo más consistente que el anterior.
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