Ingredientes:
150 de setas variadas
2 cucharadas de aceite de oliva
40 grs. de mantequilla
40 grs. de harina
400 ml. de leche
½ cebolla mediana
2 dientes de ajo
Sal
Nuez moscada
Pimienta
2 huevos
Pan rallado
Aceite de oliva para freír
Con estas cantidades salen como dos docenas de croquetas de un tamaño mediano.
Las setas que utilicé fueron shiitake, mini-eringy y pleurotus, frescas, pero podemos utilizar de una sola variedad y pueden ser congeladas o en conserva.
En una sartén con las dos cucharadas de aceite pochamos la cebolla y el ajo finamente picados sin dejar que lleguen a dorarse.
Añadimos las setas muy picaditas.
Las mantenemos a fuego fuerte, removiendo constantemente, para que no cojan color y al mismo tiempo que no suelten líquido, hasta que estén pochadas. Ponemos la sal, la pimienta y la nuez moscada.
Las retiramos de la sartén y reservamos.
En la misma sartén ponemos la mantequilla con la harina.
Mezclamos bien y rehogamos dos o tres minutos a fuego lento sin dejar de remover.
Añadimos las setas que habíamos reservado y mezclamos bien con la harina y la mantequilla.
Echamos la leche fría de golpe y rápidamente, antes de que se formen grumos, removemos con un batidor con el que seguiremos removiendo ininterrumpidamente hasta que se espese.
Mantenemos en el fuego cinco minutos más sin dejar de remover.
Retiramos del fuego y las echamos en un recipiente que taparemos con film para que no forme costra. Dejamos enfriar varias horas, incluso de un día para otro.
Si queremos tener más seguridad de que no se nos abran al freír, las podemos pasar primero por pan rallado o harina, luego por el huevo y finalmente por pan rallado. Yo prefiero pasarlas una sola vez por pan rallado porque me gusta que la capa exterior sea delgadita.
Freímos en aceite bien caliente, pocas de cada vez y estando muy pendientes pues en un momento están doradas.
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