Hace mucho tiempo que me apetece hacer los pasteles de Belém, famosos en todo Portugal como pastéis de Belém o pastéis de nata (aunque no llevan nata en su elaboración), pero primero quería probar los auténticos, originarios del Monasterio de los monjes Jerónimos de Belém.
Ahora tuve la oportunidad, y aunque la receta es secreta, conseguí una que (aunque lo afirman) no sé si será verdaderamente la auténtica, pero si no lo fuese se asemeja bastante.
Están formados por una base de hojaldre rellena de crema, horneados y luego espolvoreados de azúcar glas y canela.
Ingredientes:
Una lámina de hojaldre de 275 g.
200 g. de azúcar
5 yemas de huevo
½ litro de leche entera
50 g. de harina de trigo
Piel de limón
Palito de canela
Mantequilla para untar los moldes
Azúcar glas y canela para espolvorear
Estas cantidades dan para ocho pastelitos, que si ajustamos bien el reparto en los moldes pueden ser nueve.
Empezamos con la masa.
Sacamos la lámina de hojaldre de la nevera, la dejamos reposar diez minutos y formamos un rulo que luego cortaremos en porciones de unos tres centímetros, más o menos.
Untamos los moldes (tipo flan son los más apropiados que yo tengo) con mantequilla y colocamos una porción de masa en cada uno.
Ahora preparamos la crema.
Retiramos como media taza de leche y el resto la ponemos al fuego con la piel de limón y el palito de canela.
En la media taza retirada disolvemos la harina hasta que no quede ningún grumo, si nos resulta más fácil le podemos pasar la batidora de brazo.
Cuando la leche que está al fuego empiece a hervir le ponemos la harina disuelta y removemos sin parar hasta que hierva de nuevo. Entonces es cuando le añadimos el azúcar y dejamos hervir unos dos o tres minutos, removiendo siempre sin parar para evitar que se pegue al fondo y se queme.
Este proceso podemos hacerlo en la cocina o en el microondas.
Retiramos la piel de limón y el palito de canela
Dejamos enfriar un poco y añadimos poco a poco las yemas (deshechas y pasadas por un colador) removiendo continuamente para que no se cuajen.
La echamos en una jarra para que nos sea más cómodo rellenar los moldes.
Extendemos la masa en el molde con las manos, procurando dejarla fina.
No la extendí hasta arriba de todo porque estos moldes son demasiado altos, los propios de los pasteles deben ser un poco más anchos y más bajos.
Con un tenedor pinchamos el fondo.
Rellenamos los moldes con la crema, sin llegar al borde porque la crema en el horno sube (aunque luego vuelve a bajar) y se nos desbordaría.
Ponemos el horno a 180º y antes de que se caliente introducimos los pasteles, sobre una bandeja, hasta que el hojaldre esté cocido y los pastelitos empiecen a tostarse por encima (dependiendo de cada horno, unos veinte minutos).
Si vemos que el hojaldre ya está y la crema no se tostó un poco, ponemos unos minutos el grill.
De todas maneras, sobre todo al final del horneado, los vigilaremos constantemente para que no se nos quemen.
Los dejamos enfriar un poco y los desmoldamos, es importante que la crema no se haya desbordado sobre el hojaldre en la cocción para que se desmolden fácilmente.
Como más ricos están es templados y espolvoreados de azúcar glas y canela.
Estos son los auténticos pastéis de Belém, comprados en su lugar de origen.
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