Es la receta del solomillo Wellington, pero adaptándolo a mi gusto. No le pongo foie gras porque no es de mi agrado en esta receta. Está muy hecho, porque en mi casa es como gusta, pero debería estar mucho menos pasado.
Ingredientes:
Un paquete de hojaldre refrigerado
Un solomillo, hoy lo puse de cerdo.
2 cebollas
2 dientes de ajo
1 bote pequeño de champiñones laminados
Un chorretón de nata de cocinar
1 cucharadita de mostaza
Pimienta
Sal
Aceite de oliva
En una sartén con un poco de aceite ponemos a pochar la cebolla y los ajos a fuego lento, hasta que esté transparente la cebolla.
Añadimos los champiñones, la mostaza y la nata. Salpimentamos y dejamos cocinar hasta que se haya reducido el líquido.
En otra sartén ponemos un poco aceite y vamos haciendo el solomillo poco a poco, hasta que se dore por todas partes. Yo lo hago bastante porque en mi casa gusta la carne muy pasada, pero el punto del solomillo debe ser menos hecho, que al cortarlo quede rosado el centro. Aunque ya lo advertí al comienzo de la entrada, lo repito de nuevo para que no se caiga en el error de pasarlo demasiado. Al pasarlo por la sartén lo haremos a fuego fuerte y solo lo marcaremos para que se acabe de cocinar en el horno y quede en su punto.
Cuando esté a nuestro gusto, teniendo en cuenta que luego va al horno en donde acabará de hacerse, lo retiramos y reservamos.
Desglasamos los jugos que quedan en la sartén de hacer el solomillo con el preparado que teníamos hecho con la cebolla. Añadimos el jugo que nos haya soltado el solomillo en el recipiente en el que lo tenemos reservado.
Dejamos templar.
Estiramos la lámina de hojaldre y ponemos una capa del preparado de cebolla.
Encima el solomillo y otra capa de cebolla.
Cerramos como un paquete, pegando las uniones con agua o huevo. Adornamos a nuestro gusto y pintamos con huevo batido.
Metemos en el horno, precalentado a 180º, durante media hora o hasta que veamos que el hojaldre está dorado.
Servimos acompañado de ensalada
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